Los Estados no son soberanos ni de la televisación de los deportes que se practican en sus territorios. Lo mismo ocurre con el Trabajo, la Producción, la Justicia, la Salud y la Educación.
LA CULTURA DEMOCRÁTICA NO SE PUEDE EJERCER LIBREMENTE GRACIAS A LOS PODERES SUPRANACIONALES Y SUS CÓMPLICES LOCALES.